En 1988 recibió el premio Pritzker de arquitectura por su trayectoria, cuando había cumplido ya los 80 años.
No hay mucho que reprochar al arquitecto. Su instinto era indiscutiblemente noble y su talento, inmenso: "Niemeyer utilizó el hormigón armado para conseguir formas libres y llenar de curvas los edificios en los que el espacio interior establecía una íntima relación con la naturaleza exterior. Utilizó volúmenes simples y esenciales, a menudo distanciados en la planta del edificio, llenando sus obras sencillas de poesía espacial.
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